GOMEZ12102020

Feminicidios impunes
Eloy Garza 

Monterrey.- Hace más de un año una joven veinteañera fue asesinada en su departamento. Se llamaba Estefanía. Era mesera y ejercía la contabilidad en varios negocios. Tenía un hijo pequeño, de meses. Y una pareja estable, que vivía con ella, y quien la maltrató a lo largo de toda su relación. A pesar de las constantes denuncias, nunca intervino ninguna autoridad pública.

El hombre la mató, huyó, la policía no ha dado con su paradero y la carpeta de investigación sigue abierta (¿cuántas carpetas no estarán abiertas?).

En defensa de Estefanía, a fin de exigir justicia, no hubo marchas ni protestas. Nadie tomó la calle en su memoria.

Casi ningún medio local mencionó el homicidio. Digamos que prácticamente pasó desapercibido.

¿Saben por qué?

Porque era chicana.

¿Saben por qué la opinión pública fue indiferente?

Porque la víctima era de origen mexicano, aunque nació allá, en la misma ciudad donde la mataron: Austin, Texas.

Sus padres son oriundos de Tamaulipas. Yo los conozco. Son buenas personas. Migraron del país en busca de mejor empleo y mejor destino para sus hijos. Nadie podría criticarlos.

El machismo rebasa fronteras. La falta de políticas públicas con perspectiva de género y sobre todo la impunidad del feminicidio no es un crimen exclusivo de Nuevo León.

El constructo social de una identidad machista y en el peor de los casos, de un homicida de mujeres, se da en múltiples entornos y no respeta clases sociales.

Sin embargo, vivimos en Nuevo León y nuestras acciones en contra de la violencia de género se orientan a subsanar las anomalías propias. Es nuestro hábitat inmediato.

Aquí nos tocó nacer y probablemente aquí nos tocará morir.

En este estado norestense, los feminicidios han levantado la protesta legítimamente furibunda de muchas mujeres. El activismo feminista crece, se expande. Y no se detendrá hasta que las cosas cambien para bien.

Es una ola de exigencia ciudadana que nadie podrá detener, no importan los muros pintarrajeados ni las puertas quemadas; eso es lo de menos.